Hablar de la tecnología para niños es entrar en una disyuntiva compleja para los padres y madres, desde que las pantallas se han convertido en uno de los principales elementos de ocio para los niños y niñas.
Educadores, pediatras, psicólogos, especialistas tecnológicos… todos tienen una opinión sobre los beneficios y los peligros del uso (no controlado) de la tecnología, en el ámbito familiar y fuera de él, por lo que es todavía arriesgado lanzar afirmaciones definitivas sobre sus consecuencias en el proceso educativo de los más jóvenes.
El gran dilema actual: saber cuál es la cantidad de tiempo aconsejada al día para el uso de las pantallas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatras (AAP) comparten la siguiente información que, a lo largo de los últimos años, han ido modificando y adaptando, ya que muy pocas veces se consigue cumplir con ella.
Recomendaciones del uso de pantallas según la OMS y la AAP:
De los 0 a los 18 meses: nada, salvo comunicación.
De los 18 meses a los 2 años: calidad, uso acompañado, 1 hora.
De los 2 a los 6 años: calidad, acompañamiento, 1 hora al día.
A partir de los 6 años: prioridad al juego no conectado, equilibrio, información, acompañamiento.
A medida de que nuestros niños y niñas crecen, las recomendaciones van variando en consonancia con su franja de edad, evolución mental y emocional y sus propias necesidades como niños o adolescentes. Transformación positiva del uso de las pantallas
Cuatro elementos con los que podemos trabajar efusivamente para convertir el uso de las pantallas de nuestros hijos en un tiempo bien invertido son:
Normas – Edad – Pantallas – Personas
Normas
Como hemos mencionado anteriormente son muchos los pediatras y otros especialistas de la salud y la educación que afirman que de 0 a 18 meses los niños no deberían tener ningún contacto con las pantallas porque todo tendría que ser contacto físico.
También recordaréis que dijimos que estas premisas han ido adaptándose ante la diferente realidad de una sociedad que no cumple en su mayoría alguna de esas recomendaciones, y que, dependiendo de la edad del menor, hay que pensar en cómo los padres y madres permitimos el uso de las pantallas a nuestros hijos:
Momentos de uso: con o sin criterio.
Formas de uso: solos o acompañados.
Decisiones: tuyas o suyas (nos obligan a que les dejemos a base de insistencia o nos mostrarnos firmes y les fijamos cuándo pueden usarlas).
Tipos de uso: para qué.
Normas de uso: claras y consensuadas (explicarles por qué están estas normas).
Establecer unas normas según las edades de los menores ayudará a que crezca en ellos una conciencia sensata de uso y con límites, y cuyo ocio conlleva unas responsabilidades a muchos niveles.
Edad
Dependiendo de la edad de los chicos, el tratamiento de la tecnología para niños debe variar. Por ejemplo, hay buscadores y entornos web exclusivos para niños en la red (no tienen que usar siempre Google). También aplicaciones infantiles para móviles y para tablets que garantizan (no todas realmente cumplen su objetivo por lo que hay que comprobarlas antes, leer reseñas y opiniones y configurar su privacidad) una actividad sana, segura y divertida para ellos.
Las medidas restrictas de accesos y de visualización de contenidos no permitidos son bastante inaccesibles para los jóvenes. Existen Youtube Kids, Spotify Kids, Netflix Kids por ejemplo, que impiden que se pueda acceder a contenido de adultos. Algo muy parecido ocurre con los videojuegos (entidad PEGI nos da información sobre recomendaciones de edad según el juego).
Como podemos observar, la tecnología para niños ofrece entornos educativos, didácticos y de ocio completamente preparados para un uso de las pantallas seguro y atractivo para nuestros hijos.
Pantallas
¿Qué pantallas y dispositivos tenemos en el hogar? ¿Cómo los tenemos configurados? ¿Cuáles usan regularmente nuestros hijos?
Preguntas que hay que hacerse porque, si nos paramos a pensarlo, la tecnología para niños y adolescentes tiene ya un peso sustancial en nuestros hogares. No sólo teléfonos móviles, tablets, ordenadores portátiles y televisiones inteligentes, sino también un sin fín de nuevos juguetes conectados, consolas de vídeo juegos, smartwatches, dispositivos asistente de voz…
Con todos estos dispositivos debemos, como padres y madres, fijar una configuración adecuada al uso responsable que deseamos que le den nuestros pequeños. Algo que pronto experimentaremos con la petición del primer móvil.
Sin entrar a valorar a qué edad se recomienda permitirles su uso, lo que habrá que hacer es hablar mucho con ellos para explicarles cómo pueden utilizarlo. Comprobar los datos que tiene el móvil o saber que se puede configurar la wifi de casa para que sólo deje conectarse al móvil un tiempo pertinente, son acciones
que tenemos que acostumbrarnos a saber y a hacer.
Personas
Al final de todo, somos las personas las que decidimos y actuamos; las que acertamos y nos equivocamos. No las pantallas. Los verdaderos peligros de la tecnología para niños es la conducta, no los propios dispositivos.
Que quede claro: No todo el tiempo en pantallas es tiempo perdido. Lo que realmente cuenta es la actividad de nuestros hijos con la tecnología. Ello nos dirá cómo son.
En definitiva:
No todo el tiempo en pantallas es tiempo perdido.
No siempre sacar el látigo.
No es tecnología, es educación.
Dejarnos enseñar.
Dar sermones pero también alabar sus buenas acciones con la tecnología.
Compartir algo de ocio tecnológico con nuestros hijos.
Interesarnos por sus vidas online.
Afrontar esta situación con naturalidad.
Conclusiones
A la relación de los padres y madres con el uso de las pantallas, por parte de nuestros hijos e hijas, todavía le resta un largo camino de aprendizaje y adaptación por delante. La sobreinformación a la que estamos sometidos ayuda relativamente si no se contrasta y se experimenta.
La tecnología para niños es un apasionante universo de retos y oportunidades que, enfocado positivamente, puede ser una herramienta educativa muy poderosa, para que los más jóvenes afronten el futuro mejor preparados en todos los sentidos.
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